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Teotihuacan y Tula: La Ruta de los Guerreros-Jugadores

Embárcate en un viaje por dos de los sitios arqueológicos más fascinantes de México: Teotihuacán y Tula. Esta es la Ruta de los Guerreros-Jugadores, un recorrido que conecta la grandiosa Ciudad de los Dioses con la mítica capital tolteca. A pocos kilómetros de la Ciudad de México se alzan monumentos milenarios que evocan el poder de antiguas civilizaciones. Teotihuacán, cuyo nombre en náhuatl significa “lugar donde fueron creados los dioses”, fue una metrópolis sagrada del periodo clásico; mientras tanto, Tula floreció siglos después como cuna de los legendarios guerreros toltecas. Ambas zonas arqueológicas, orgullo del patrimonio mexicano, invitan a revivir la historia con asombro y admiración. Teotihuacán se ubica aproximadamente a 45 km al noreste de la Ciudad de México y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987. Por su parte, Tula (en el estado de Hidalgo) se localiza unos 75 km al noroeste de la capitalen. lo que hace posible visitar ambos lugares en un solo día lleno de descubrimientos. A continuación, exploraremos los tesoros que te esperan en cada destino, desde murales antiguos hasta colosales estatuas de piedra.



Teotihuacan: Murales de un Paraíso Perdido y Jugadores Ancestrales


Mural Tlalocal

Visitar Teotihuacán es transportarse a una ciudad que en su apogeo (200-600 d.C.) llegó a tener hasta 100 mil habitantes y fue uno de los centros urbanos más influyentes de Mesoaméricaes.wikipedia.org. Al caminar por sus calzadas y plazas, impresionan las monumentales Pirámide del Sol y Pirámide de la Luna, que se alzan majestuosas hacia el cielo. Sin embargo, más allá de sus famosas pirámides, Teotihuacán guarda joyas ocultas que revelan la vida cotidiana y las creencias de sus habitantes. Un ejemplo extraordinario son los murales de Tepantitla, un antiguo complejo residencial ubicado al noreste de la Pirámide del Sol. En este rincón alejado del bullicio central, las paredes aún conservan pinturas de hace 1600 años que sorprenden por su colorido y detalle.


El mural más impresionante de Tepantitla representa el Tlālōcān, el paraíso acuático del dios de la lluvia Tlaloc. En la escena principal, una deidad –hoy interpretada como la Gran Diosa de Teotihuacán– preside sobre un árbol sagrado, mientras debajo de ella se despliega un mundo de vida y fertilidad. Decenas de pequeñas figuras humanas realizan diversas actividades festivas: bailan, cantan, cazan mariposas, se bañan y juegan en las aguas abundantes de este jardín mítico. ¡Sí, juegan! En un fragmento del mural se observan varios personajes enfrentados en un ritual de juego de pelota, golpeando la bola con bastones. Es una de las evidencias de que el juego de pelota –actividad ceremonial por excelencia en Mesoamérica– también formó parte de la vida teotihuacana. Cada personaje pintado es único, a diferencia de otros murales de patrones repetitivos, lo que otorga vibrancia y dinamismo a la escena. Además, en otra sección del mismo conjunto, se aprecia una procesión de sacerdotes o guerreros ofreciendo tributos a un árbol de la vida, posiblemente otra representación de la Gran Diosa. Los tonos de estos murales son excepcionalmente intensos y variados, lo que hace pensar en el esplendor original que debieron tener las pinturas in situ. Visitar Tepantitla permite contemplar este arte milenario de cerca, lejos de las multitudes, e imaginar por un momento el sentido de alegría, canto y juego que impregnaba el paraíso de Tlaloc hace siglos.


Tula: Guardianes de Piedra y Legado Tolteca



Tula

Tras vivir la experiencia teotihuacana, la Ruta de los Guerreros-Jugadores nos conduce al sitio arqueológico de Tula, antigua capital del imperio tolteca (c. 900-1150 d.C.). Al llegar a Tula, en el estado de Hidalgo, el paisaje cambia a una colina desde donde emerge la evidencia de una poderosa civilización posclásica que los aztecas admiraron profundamente. Aquí te reciben los imponentes Atlantes de Tula, cuatro esculturas colosales de guerreros que se han convertido en símbolo del arte monumental prehispánico. Cada atlante, labrado en bloques de basalto ensamblados, mide alrededor de 4.5 metros de altura. Estas figuras representan a guerreros toltecas ataviados con tocados de plumas y pectorales en forma de mariposa, portando dardos, un cuchillo de pedernal y un arma curva entre sus manos. Se erigen erguidos sobre la plataforma superior del Templo de Tlahuizcalpantecuhtli –dedicado a la estrella de la mañana, Venus– como eternos guardianes de la antigua capital tolteca. Contemplarlos de cerca es sobrecogedor: sus rostros hieráticos miran al horizonte, custodios silenciosos de secretos ancestrales.


Pero Tula ofrece mucho más que sus famosos atlantes. Al explorar la plaza central, encontrarás vestigios de otros edificios ceremoniales e intrincados relieves esculpidos en piedra. Uno de los hallazgos que más asombran a los visitantes es el Coatepantli o Muro de las Serpientes, decorado con serpientes entrelazadas que devoran figuras humanas, recordatorio vívido de los rituales toltecas y su cosmovisión. Cerca de allí se alza el enigmático Chacmool de Tula, la escultura reclinada de un personaje con un recipiente sobre el vientre, donde se depositaban ofrendas a los dioses –una imagen icónica que vincula a Tula con otras grandes urbes mesoamericanas como Chichén Itzá. También se puede recorrer el Palacio Quemado, un complejo de salas y columnas que habría sido parte del recinto ceremonial. Y para completar la conexión con la temática de nuestra ruta, Tula cuenta con más de un Juego de Pelota. De hecho, los arqueólogos han identificado seis canchas en todo el sitio. En la principal, muy cerca de la pirámide central, aún puede verse un relieve labrado en piedra que representa a un jugador de pelota en plena acción, acompañado de la escultura de un portaestandarte. Esto evidencia la importancia del juego ritual en la cultura tolteca, al igual que en Teotihuacán, reforzando la idea de que guerreros y jugadores compartían un papel fundamental en las sociedades prehispánicas.


Recorrer Tula es motivo de orgullo e identidad, especialmente para la gente de Hidalgo, pues aquí se gestó parte de la historia ancestral de México. La ciudad tolteca alcanzó su apogeo entre los años 900 y 1200 d.C., siendo junto con Teotihuacán y Tenochtitlan uno de los grandes centros urbanos del altiplano central. Su legado perduró aún después de su caída alrededor del año 1150: los aztecas del siglo XV veneraban a Tula como una Tollan (metrópoli mítica), considerando a los toltecas como maestros de arte, ciencia y religión. No en vano, Tula ejerció una influencia significativa en el Imperio Azteca posterior, al punto de que su historia se entretejió con mitos y leyendas mexicas. El mismísimo dios serpiente emplumada, Quetzalcóatl, figura central en la cosmovisión mesoamericana, está ligado indisolublemente a esta ciudad. Según las crónicas, Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl fue un gobernante de Tula cuya sabiduría y posterior destierro dieron origen a profecías y relatos que viajarían por siglos. Caminar por Tula hoy es revivir esas narraciones: imaginar los rituales en la Plaza de los Guerreros, los ecos de los jugadores en la cancha, y la imponente visión de los atlantes alineados contra el cielo, como gigantes de piedra que han vencido al tiempo.




Un Viaje Monumental en el Tiempo


La Ruta de los Guerreros-Jugadores reúne en un solo recorrido la grandeza de Teotihuacán y la mística de Tula, dos ciudades separadas por siglos pero unidas por la herencia cultural mesoamericana. Para agencias de viaje y viajeros del mundo, esta ruta ofrece una experiencia única: desde la espiritualidad cósmica de Teotihuacán, con sus murales de dioses, músicos y jugadores en el paraíso de Tlaloc, hasta la fuerza marcial de Tula, con sus guerreros de piedra y tradiciones que inspiraron a civilizaciones posteriores. Visitar ambas zonas arqueológicas en un mismo día es sumergirse en las raíces de México, admirando logros arquitectónicos y artísticos incomparables. Además, es una oportunidad para los viajeros locales de Tula y de todo México de reconectar con su pasado, generando un sentido profundo de identidad y orgullo por su tierra.


Teotihuacán y Tula te invitan a escuchar las voces del pasado: los cantos en honor a la lluvia, el eco de la pelota rebotando en el juego sagrado, el silencio elocuente de los atlantes vigilantes. Prepárate para un viaje inolvidable en el que la historia cobra vida bajo tus pies. ¡Atrévete a descubrir la Ruta de los Guerreros-Jugadores y sé testigo de la grandeza ancestral que define a México!

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